Cuando comenzamos el curso en septiembre llevamos una "mochila" llena de proyectos, propuestas y deseos por realizar en ese curso escolar. Nos marcamos objetivos dentro de las propuestas didácticas, creando actividades y experiencias flexibles. Nuestra labor es ardua, incansable, en continua formación y con una vocación por todo lo alto. Tenemos un constante trabajo físico y mental que lleva nuestra faceta de docentes, allá donde vamos. Sacrificamos muchas cosas que de cara a la sociedad no son valoradas, se habla de nuestras vacaciones y de lo bien que vivimos, pero no se habla de la importante labor que hacemos día a día, cansados o no, damos el 100% a nuestros alumnos/as. Porque aunque educar a 25 niños/as no es fácil, sí es maravilloso. Tenemos la mejor profesión del mundo, nos regalan: abrazos, besos, palabras bonitas y mucho, mucho cariño.
Acabo de finalizar la etapa de Infantil con mis alumnos/as, después de 3 años juntos. He tenido la suerte de ir cada día a clase y sentirme como en casa. Cada mañana llegaba cargada de ilusión porque sabía que mis niños y niñas estarían deseando jugar y aprender. ¡Qué sorpresa les depararía la jornada escolar! Juntos cada día era una aventura.
Con mis niños y niñas hemos vivido grandes proyectos desde el imperio romano, la orquesta, el circo o la vuelta al mundo. Fabulosas fiestas como la carrera solidaria o la fiesta del agua, pero con lo que me definen es por inculcar importantes valores y mi pasión por el ABN.
Cuando escuchas a un niño decirle al otro:
- "¿A qué vamos a jugar?"
- "Al ABN que es lo que nos gusta. Y a la seño"
O la madre delegada que se refiere a una, diciendo que:
- "ha contagiado el entusiasmo por el ABN a la comunidad educativa", es fácil emocionarse.
Curso a curso los lazos afectivos se hacen más fuerte y los 25 niños y niñas, dejan de ser alumnos para convertirse en 25 pedacitos de mí. Los he visto crecer, hemos crecido juntos y ha sido maravilloso.
Ahora que acaba la etapa y hago balance, es más que positivo, como me dicen mis compañeras "Una clase excelente", y me siento super orgullosa de ellos. Por suerte, esta sensación que ha sido recíproca y así me lo hacía saber día tras día.
El pasado martes, en la celebración del final de curso mis niños y niñas de 5 años del colegio E.I. "El Faro", me regalaron un precioso llavero ABN, que fue el broche de oro al cierre de esta etapa vivida juntos.
Reconozco que sí, es cierto, el ABN cambió mi concepción de las matemáticas en educación Infantil y esa revolución la transmití a todas aquellas personas que estaban a mi lado, especialmente a mis alumnos/as. Me halaga que me identifiquen como la maestra ABN, para mí es un bonito piropo.
Les deseo toda la suerte del mundo, que sean niños/as buenos, sensibles con el de al lado, con autoestima, autonomía y con confianza en sus posibilidades. Un millón de gracias a las familias que confiaron en mí y dieron apoyo a mi labor educativa.
¡Qué bonita es nuestra profesión y qué gratificante la labor que hacemos!
Este precioso llavero lo ha hecho una de las mamá de los niños de mi clase. Podéis ver sus creaciones en su pagina
d2adiez. Gracias Ana Mari, es precioso y me encanta.